N. d R.: El siguiente reportaje fue publicado recientemente en la revista Contrabando de Caracas. Mientras lo hacía no faltaban quienes (incluyendo a colegas) me vieran con cara de magnicidio, como si mi trabajo estuviera empañando injustamente a un prócer: por supuesto, me refiero al champion-bat de la Liga Americana, Magglio Ordóñez, y no a su compadre, Tarek William Saab, gobernador del Estado Anzoátegui.
MAGGLIO, EL HOMBRE DE PODER DE ANZOÁTEGUI
Detrás de la construcción del flamante estadio de Puerto La Cruz, sede de tres
partidos de la Copa América, yace una complicada y casi invisible red de empresas que reúne a familiares y allegados del astro venezolano de las Grandes Ligas, Magglio Ordóñez, a su vez, compadre del gobernador de Anzoátegui, Tarek William Saab.
La Copa América que terminó hace poco más de una quincena tuvo a la ciudad de Puerto La Cruz como una de sus sedes principales. La manera en que ese emporio turístico y petrolero del oriente del país, pero de escaso acervo futbolístico, pudo conseguir tal distinción permanece a la espera de alguien que la narre con detalle. En todo caso, ninguna versión, sea adversa o laudatoria, tendrá cómo negar que ese logro coronó los esfuerzos del gobernador del estado Anzoátegui, Tarek William Saab. De acuerdo a testigos, la presentación que Saab y su equipo desplegaron el 18 de mayo de 2005 para postular a Puerto La Cruz como escenario del certamen ante Eduardo Álvarez, hoy ministro del Deporte; Aristóbulo Istúriz, para la época ministro de Educación y presidente del Comité Organizador; Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol; y Oswaldo Narváez, gerente general de la Copa; fue tan profesional y persuasiva que los presentes no sólo acordaron enseguida apoyar su candidatura sino que además, el 2 de agosto de 2005, elevaron oficialmente a la ciudad portuaria a la categoría de sede de la Copa.
Junto a las alusiones a la capacidad instalada de alojamiento hotelero en la ciudad, infraestructura de comunicaciones y un adecuado plan de rehabilitación urbana, la baza más convincente de la presentación estuvo en el proyecto del estadio. No se proponía refaccionar y ampliar el existente estadio «Luis Ramos», sino levantar en su lugar un estadio nuevo por completo que, para subrayar su carácter inédito, cambiaría de nombre para pasar a llamarse «General de División J.A. Anzoátegui».
El proyecto preveía un aforo de 40.000 personas que se completaba con facilidades propias de modernos cosos deportivos: estudio de televisión, sala de exámenes antidopaje, área VIP y auditorio, entre otras. Pero, además, serviría como germen inicial de un complejo deportivo bautizado, cómo no, «Simón Bolívar», con cancha auxiliar de fútbol, velódromo, piscinas olímpicas y un centro de entrenamiento para alta competencia.
Lo que entonces nadie, o acaso muy pocas personas podían saber, era que a cargo de las obras del estadio, que desde la largada correrían contra reloj ante la obligante urgencia de entregarlo listo para la competición en menos de dos años, estaría la empresa Orgar Corporación, una compañía anónima constituida cinco meses antes. El 21 de diciembre de 2004 quedó registrada ante el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del estado Anzoátegui con un capital de 400 millones de bolívares aportados por dos socios, Dalia Alejandra Millán y Noel David Perfecto, quienes casi dos meses más tarde otorgarían poderes plenos de representación a los ciudadanos Herman García y Emilio Suárez.
Los accionistas del flamante emprendimiento sólo esperaron hasta el 1 de agosto de 2005 –ocho meses desde la creación de la compañía, y víspera de la decisión favorable a Puerto La Cruz por parte del Comité Organizador de la Copa América– para multiplicar por siete el capital inicial y aumentarlo a 3.000 millones de bolívares «dado (sic) las exigencias, requerimientos y desarrollo vertiginoso», alega con sinceridad el acta de la asamblea correspondiente, «del cual ha sido objeto la sociedad mercantil que representan, al igual que con dicho incremento de capital social existe la posibilidad cierta de participar en licitaciones de obras y contratos de gran envergadura, lo cual beneficiaría los ingresos o ganancias propias de la sociedad». Pero las exigencias reales del negocio parecen haber superado al potencial de éxito de la empresa, a juzgar por el hecho de que nada más el 25 de noviembre de 2005, los socios originales, Millán y Perfecto, deciden vender el total de sus acciones a una empresa, Veninpro C.A., controlada por quienes hasta entonces sólo figuraban como apoderados de Orgar Corporación, García y Suárez. O mejor dicho, por quienes la controlarían: la empresa compradora, Veninpro, quedó registrada cinco días después, el 30 de noviembre de 2005, de haberse asentado la transacción compra-venta en documentos.
Algunos de estos nombres, como los de Herman García y Emilio Suárez, así como el apellido Millán, se repiten con frecuencia en una estructura corporativa de compleja trama fractal, que en las páginas siguientes se intentará describir teniendo por pivote un punto en común: se trata de nombres de allegados y familiares del pelotero Magglio Ordóñez.
ORGAR CORPORACIÓN
Por estos días el área metropolitana del norte de Anzoátegui, conformada por las ciudades gemelas de Barcelona –capital del estado– y Puerto La Cruz, hierve de rumores. La reciente ocasión de la Copa América fue motivo para muchas molestias y calamidades que, sin duda, acicatearon entre los habitantes la demanda por cualquier especie que arroje sombras de duda acerca de la organización. La fastuosa inauguración del estadio de fútbol, para la que la gobernación del estado contrató el show del cantante Carlos Vives, alimentó percepciones de derroche que ni siquiera se vieron refutadas por el acto en que el gobernador Saab impuso al artista colombiano la Orden «José Antonio Anzoátegui» en su primera clase. Dos días después del recital se jugó en Puerto La Cruz la tanda doble de partidos prevista para la primera ronda del torneo. Entonces la gente de la zona conurbana tuvo que apretar los dientes para convivir de mala gana con las medidas de seguridad que venían acompañando al fútbol del bueno. Algunas de las avenidas matrices, y entre ellas la avenida Intercomunal renombrada como «Jorge Rodríguez» por Saab, aledaña al estadio, fueron clausuradas. Un convoy de patrulleros motorizados, carros de escolta y ambulancias rodeaba a los autocares de cada una de las selecciones, a cuyo paso se detenía el tránsito. El operativo se repetiría 48 horas después, con el encuentro de cuartos de final entre Brasil y Chile. Y para colmo, en esas horas de malestar, incertidumbre y, sí, excitación por saberse coprotagonistas de un evento de jerarquía hemisférica, los hombres y mujeres de Barcelona-Puerto La Cruz tenían noticias escasas, demasiado escasas, sobre los boletos.
En este clima de zozobra que, por cierto, no le fue ajeno a otras ciudades del resto del país, prosperaron toda clase de versiones cuyas estelas se prolongan hasta hoy y ya consiguen nombrar, cada vez con menos timidez, a Ordóñez, no sólo uno de los superastros venezolanos en las Grandes Ligas sino ídolo local luego de sus temporadas como cadete del béisbol en los Caribes de Anzoátegui. Si se prestaba oídos a los decires en los corrillos políticos y periodísticos, a los que no siempre es fácil darles crédito, se atribuía a Ordóñez y sus socios intenciones a veces tan dispares y excéntricas como la de invertir en una línea de ferries o una planta de asfalto, por ejemplo, o la de hacerse tanto del control accionario de la oncena local, Deportivo Anzoátegui FC, como de la concesión por varios años para el manejo del estadio de fútbol.
Quienes lo conocen y quienes no, suelen tener una imagen beatífica del jardinero derecho de los Tigres de Detroit y, al momento de redactarse esta nota, líder bate de la Liga Americana. Se le reporta como alguien quizás introvertido, pero sin ínfulas, trabajador como ninguno, metódico, afable, y amigo fiel de sus amigos y del bajo perfil. Desde mucho antes de que la responsabilidad social se convirtiera en lema, Ordóñez destaca por obras caritativas que practica con regularidad en Venezuela y Estados Unidos. En Anzoátegui aún se le agradece que haya llegado alguna vez a donar su sueldo de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional a organizaciones benéficas y que en la última campaña que vistió el uniforme de los Caribes, la 2003-2004, desembolsara 80.000 dólares para pagar una póliza de seguros que le permitió jugar pelota de invierno.
Se trata en síntesis de un perfil humano que despierta la admiración de muchos en la región, entre ellos del propio gobernador. En una entrevista concedida a la periodista Mariana Martínez y que el diario Tal Cual de Caracas publicó en septiembre de 2005 bajo el título de «La oda bolivariana», Saab enumera en su galería de ídolos personales a «Juan Sánchez Peláez, Magglio Ordóñez, Silvio Rodríguez, Cristóbal Jiménez, Los Rolling Stones, Bob Dylan, Calamaro, Manu Chao, Robert Redford y Marlon Brando»; una singular mención deportiva en medio de una legión de artistas.
Ciertamente, la conexión entre Saab y Ordóñez muestra expresiones aún más rotundas que esa. El deportista ha acompañado a Saab en jornadas de entrega de donativos y en, al menos, una emisión, la del 13 de enero de 2006, de Tarek rinde cuentas, versión regional de Aló, Presidente que transmiten medios locales de radio y televisión. Pero, además, para ese momento el pelotero ya se había convertido en padrino del hijo menor del gobernador en un acto sacramental que se efectuó en 2005 en la iglesia Catedral de Barcelona. Interrogado por vía telefónica acerca de este y otros hechos que se exponen en el presente reportaje, Saab negó: «¿Cómo? No, no… Yo no me voy a prestar a eso. Ya sé por dónde vienes tú».
El blindaje de afecto colectivo y padrinazgo político de Magglio Ordóñez, la figura, se ha visto de cualquier manera vulnerado por los impactos de algunos acontecimientos que obligaron a ponerle realidad, en el imaginario colectivo, al ciudadano Magglio José Ordóñez Delgado. Una de las menciones públicas pioneras en la región a ese otro costado del jugador sucedió al bloqueo de la avenida Intercomunal de Puerto La Cruz que, en febrero de 2006, por parte de personas que reclamaban el incumplimiento de las promesas supuestamente formuladas por Orgar Corporación para emplear a cientos de habitantes de los deprimidos barrios vecinos al estadio de fútbol.
Por su parte, Ernesto Parequeima, alcalde de El Tigre, estado Anzoátegui, y uno de los más connotados rivales de Saab en el estado, desde las filas del movimiento bolivariano, declaró por vía telefónica en marzo de 2006 a este reportero, que entonces cubría la historia para otro medio, que hace algún tiempo, cuando «el gobernador todavía más o menos me dirigía la palabra», le tocó recibir en la sureña población de San Tomé a Saab y una delegación de empresarios que venían a sopesar las oportunidades de inversión para el rescate del vetusto estadio de béisbol «Patón Carrasquel» de El Tigre. «Entonces lo que vi fue que quien vino fue el señor Magglio Ordóñez en su carácter de empresario, no de jugador. Era él quien, junto a un grupo de personas, hacía la planificación de la obra.» Aunque por momentos la remodelación se vio paralizada y llegó a enfrentar denuncias, voceadas por el concejal de El Tigre, José Brito, sobre supuestos defectos de construcción que fueron descartados mediante un informe de la sección local del Colegio de Ingenieros, la apertura del remozado estadio, ahora con grama artificial y el nuevo nombre de «Enzo Hernández», llegó puntualmente el 28 de octubre de 2006 con un juego entre Águilas del Zulia y Caribes de Anzoátegui, que por primera vez hacían de locales en El Tigre. El contratista responsable de la obra fue Orgar Corporación.
"EN EL NOMBRE DE MAGGLIO ORDÓÑEZ"
Sin embargo, la principal difusora en medios de comunicación de las inversiones de Magglio Ordóñez en el estado y, sobre todo, de las andanzas en el mismo territorio de Herman García Delgado, primo hermano del pelotero, lo fue por un tiempo la periodista Elsy Barrios, desde su columna «Sin máscara». Y lo fue, sí, por un tiempo: hoy ya no escribe para el diario donde entonces publicaba, el tabloide Impacto de Anaco. El periódico cambió de dueño en una operación mercantil que, recogiendo la versión más divulgada en Puerto La Cruz, resumió así la periodista Patricia Poleo en su sección «Factores de Poder» del diario El Nuevo País de Caracas, el pasado 29 de junio de 2007: «Por intermedio del pelotero grandeliga, Magglio Ordóñez, compraron el Diario Impacto, en Anaco, corazón gasífero de Venezuela, por un monto superior a los un mil millones de bolívares (unos $800 mil)… Es de hacer notar que el señor Concepción (N. de R.: anterior propietario del periódico) comenzó una feroz campaña contra el gobernador Saab Halabi, por el mencionado rotativo, cayendo en desgracia lo que lo obligó a negociarlo con su “enviado’… Hoy día este medio está completamente al servicio de quien ayer se erigía como defensor de los derechos humanos (Tarek William Saab Halabi)».
Lo cierto es que tan pronto los nuevos propietarios tomaron control del diario, pusieron en la calle a Barrios. Pero antes de ser despedida dejó anzuelos informativos lo bastante apetitosos para que Herman García los mordiera y saliera de la protección del anonimato. García, primo hermano de Ordóñez como se ha dicho, aparecía en una columna que Barrios redactó en enero de 2006 como un pariente manirroto que sembraba por todo Puerto La Cruz historias a lo mil y una noches de dispendio y lujo. Bien fuese por esa exposición, o quién sabe por cuál otra razón, al día siguiente García se sintió obligado a publicar en el mismo periódico un comunicado donde, además de desmentir a la periodista, puntualizaba que «en ningún momento y en ninguna circunstancia he utilizado el nombre del grandes ligas Magglio Ordóñez».
Como después se verá, en ese mes de enero de 2006 García no la estaba pasando bien. Pero por entonces ya bastaba con saber que tampoco se trataba de la primera vez que Herman García –a veces identificado de maneras equívocas por noticias o fuentes como «Hernán» o «Germán»– se ponía en la situación de pagar públicamente los platos que había roto con dineros de su primo.
En julio de 2005 tuvo que dar la cara por su fallida gestión al frente de la Escuela de Béisbol Menor «Magglio Ordóñez», que tenía y aún conserva por sede al estadio del mismo nombre en Coro, estado Falcón, lar nativo del jugador y su familia. Un importante monto de dinero puso Ordóñez para que se pudiera reinaugurar, el 28 de enero de 2004, día de su trigésimo cumpleaños, el diamante donde dio de niño sus primeros batazos. Pero al cabo de un año los padres de los muchachos enrolados en el vivero de peloteros denunciaban la paralización de la escuela y otras irregularidades que entonces provocaron una advertencia de intervención por parte de la gobernación local. García, quien entonces se presentó ante la corresponsal del diario El Nacional de Caracas, Eva Riera, como agente de Ordóñez, descartó los señalamientos en una entrevista con la reportera. «Yo no voy a ensuciarme por unos millones. Magglio tampoco necesita de eso, y yo tengo lo que quiero porque Magglio me da lo que necesito», fue su argumento central. Hay que decir que hoy la escuela recobró su funcionamiento normal bajo la gerencia de los padres de Magglio Ordóñez.
Resulta necesario establecer el rol protagónico de Herman García –a quien se intentó sin resultado contactar para esta nota– en el reparto de la historia antes de retomar el sinuoso hilo notarial de Orgar Corporación. Para diciembre de 2005, pues, García ya no era sólo apoderado, con Emilio Suárez, de diversas empresas de la misma órbita de contratistas de la gobernación de Anzoátegui, como Constructora La Paciencia C.A. e Inverdanz C.A. –con Daliana Millán García como socia, en vez de Dalia Alejandra Millán García, accionista de Orgar Corporación, ambas damas cuñadas de Magglio Ordóñez; y ambas empresas, constituidas en la misma fecha–; también detentaba la propiedad de Orgar Corporación a través de su control, en idéntica yunta con Suárez, de Veninpro.Pero tan rápido como le vino el éxito, se le escapó.
El 17 de enero de 2006, mientras se ocupaba de publicar su remitido de contestación a Elsy Barrios en el diario Impacto de Anaco, le fueron revocados todos sus poderes en Asamblea de Accionistas. También casi al mismo tiempo se redujo su participación en Veninpro a un ínfimo punto de porcentaje, mientras otra compañía, Vemaproin C.A., tomaba 98 por ciento de la empresa. Y de paso, García desapareció de la vida social de Anzoátegui sin dejar rastro, por cierto.
La debacle de Herman García sobrevino de un modo tan sorprendente y, en apariencia, tan inexplicable como la decisión que tomó el Comité Organizador de la Copa América Venezuela 2007, de confiar la ejecución de una obra de 70.000 millones de bolívares a una empresa con tan sólo ocho meses de existencia. Aunque no es la única asignación importante. Además de otras obras de menor calado, Orgar Corporación ganó una licitación en febrero de 2006 para la construcción del tramo número tres de la prolongación Unare-Píritu de la Autopista de Oriente.
CUÁNDO, DÓNDE Y POR QUÉ INVERTIR EL DINERO
«Puede que la empresa sea relativamente nueva, pero los profesionales no lo son. Aquí todo el que está trabajando tiene al menos 15 años de experiencia en la construcción civil», aseguraba en marzo de 2006 Emilio Suárez, ingeniero él mismo, y de los que procedían del sector de empresas contratistas que servían a la industria petrolera. Además de accionista de sus sociedades, asumió de manera diligente los poderes de representación del virtual conglomerado de empresas Orgar, la conducción operativa del negocio, y su vocería principal. Convicción tampoco le faltó para restarle sustento a las versiones que en el estado Anzoátegui ubicaban el origen de la marca corporativa en la simple combinación de las primeras sílabas de los apellidos de los parientes y hasta hace poco dueto, Ordóñez y García: Or-gar. «No, vale, eso viene de “organización”», despachaba entonces el asunto. «Queríamos llamarla “Corporación Organizativa Anzoátegui”, pero como el nombre ya estaba tomado, le fuimos quitando letras y quedó “Orgar”».
Suárez es también accionista de una empresa anotada en el Registro Mercantil V de la Circunscripción Judicial del Distrito Capital y estado Miranda bajo el nombre de Vemaproin, C.A., la nueva dueña de Veninpro y esta última, a la vez, accionista única de Orgar Corporación.
Vemaproin C.A. se identificó con esta denominación apenas una semana después de constituirse en términos legales como empresa pero bajo el nombre de Orgar Ingeniería, C.A. En otras palabras: conservó su nombre original sólo siete días. Pero tanto con una como con la otra identidad, figuran como autoridades de la Junta Directiva de la compañía Emilio Suárez, presidente, y Dagly Millán de Ordóñez, esposa de Magglio Ordóñez desde 1995, vicepresidenta.
Vemaproin, el otro yo de la prematura difunta, Orgar Ingeniería, es el resultado de la sociedad entre dos accionistas: Emilio Suárez, con un minoritario diez por ciento, y la empresa Vadelim Spain Investments S.L., con sede en la Barcelona catalana, en poder de la porción restante. Según la información visible en el sitio web del Registro Mercantil Central de España, Vadelim Spain Investments S.L. tiene por único accionista a otra persona jurídica, Amicorp de España S.L., y ésta, para concluir la intricada genealogía corporativa de estas empresas que se cuidan de reconocer a su parentela, es propiedad de Amicorp Europe Holding Ltd.
Estas dos últimas empresas, Amicorp de España y su patrona, Amicorp Europe Holding Ltd, coinciden en su denominación con Amicorp Group, una trasnacional de servicios fiduciarios y consultoría corporativa en cuyo folleto de presentación, redactado en idioma inglés y colgado de Internet, destaca una de sus especialidades: Sportsman/Image Rights Structure. «Como hombre del deporte o gerente de un club deportivo, usted se ve forzado a tratar con temas impositivos. Mucha gente del deporte hace su actividad fuera de su país natal. ¿Pudiera usted beneficiarse de un calendario más favorable para sus actividades en el extranjero? ¿Cómo puede manejar usted sus gastos y bonificaciones en una manera más benévola desde el punto de vista de los impuestos? Con el final de una carrera deportiva también surgen ciertas preguntas. ¿Cómo puede usted prepararse para la vida después del deporte profesional? ¿De qué manera puede estructurar ese capital que ha levantado durante su carrera?», intriga la publicación, según una traducción libérrima, para entonces contestar: «Basado en años de experiencia práctica, Amicorp será capaz de explicarle a usted todas las implicaciones relevantes de su situación en materia de impuestos, y de dibujarle una estructura individual».
Recomienda además una ventaja de la filial ibérica, Amicorp de España S.L.: «Las leyes corporativas de España comparten muchas similitudes con las legislaciones de muchos países de América Latina. La amplia red de tratados tributarios con América Latina y el carácter europeo de las ETVE (N. de R.: Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros, figura jurídica contemplada en el régimen corporativo español desde el año 2000), las convierten en un vehículo atractivo para canalizar inversiones de capital hacia América Latina, así como una ruta de salida tributariamente eficiente para capital de inversión europeo por parte de empresas no europeas. Consecuentemente, España no está en ninguna de las listas negras latinoamericanas».
Sin duda, una madeja de implicaciones que ningún espectador debió tener en mente cuando el 4 de julio empezó a correr el balón sobre el césped Bermuda del estadio «José Antonio Anzoátegui» de Puerto La Cruz.
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